En esta fase empezamos a tratar la información recabar en estudios previos. Con ella, con nuestros conocimientos científicos, el sentido común y un poco de imaginación desarrollamos unas propuestas que respondan a las necesidades, deseos y sueños del cliente.
Las propuestas las trabajamos, evolucionamos y modificamos gracias a la relación con el cliente.
Recuerda que no es fácil acertar a la primera. Por ello en esta fase podemos cambiar la idea y configuración del proyecto, de modo completo, hasta encontrar la mejor manera de responder a los condicionantes de modo coherente. Recuerda que nuestra arquitectura prefiere partir de la función, no de la forma.
En esta fase aplicamos el conocimiento adquirido en el estudio previo y planteamos una serie de posibles respuestas efectivas y funcionales a las necesidades del cliente.
También dejamos volar la imaginación para poder responder de una manera fresca y creativa.
En esta fase se podrán hacer los cambios necesarios hasta dar con una respuesta satisfactoria al problema.
No es habitual que cambien las circunstancias de partida (parcela, cliente, condicionantes previos…) pero bueno, es posible que haya circunstancias de excepción que hagan volver a desarrollar estudios previos adicionales.
Así pues, durante esta fase se puede cambiar «de todo».
¿Qué no se puede cambiar?
Durante todo el proceso empleamos herramientas de comunicación que se adaptaen a nuestros clientes:
correo electrónico, carpetas compartidas en google drive u otras plataformas, escritorios en Trello, whatsapp o slack, videoconferencia y pantallas compartidas… y reuniones presenciales en destino u oficina.
La distancia no es un problema para dar una buena respuesta